Todo el mundo puede hacer algo
«Antes de que tuviera cincuenta años y mi hijo mayor estaba en sexto año, me encontraba en mi oficina leyendo un libro de título curioso: Caldo de pollo para el alma. y cuando leí esta historia que hoy les comparto, me impresionó tanto que salí de la oficina y fui al salón de mi hijo y pedí permiso al profesor de leerles a los muchachos esta historia que espero que les guste».